jueves, 1 de octubre de 2009

Recibir luz y dar luz


La estrella de la Nochebuena es ante todo el mismo Hijo hecho hombre. El es la luz que indica el camino por las calles de la historia. El hace pedazos la superstición, que florece de forma tanto más frondosa cuanto más se pierde la fe. El muestra la ridiculez de la interpretación de los astros, que quiere encerrar al hombre en la necesidad del eterno retorno, en el que no hay nada nuevo sino sólo la reiteración de lo mismo.

Los verdaderos astros del ser humano son los hombres que le muestran el nuevo camino de su corazón y de su vocación. Cristo es la estrella que ha nacido y que, en la fe, nos enciende la luz que convierte después a los mismos hombres en estrellas que indican el camino hacia él. En ese espíritu reza la oración de la segunda misa de Navidad: concédenos que "resplandezca en nuestras obras la fe que haces brillar en nuestro espíritu".

Con ello, la Navidad se hace del todo práctica. Mirar hacia la estrella significa recibir luz y dar luz, hacer que la luz recibida brille dentro del mundo que nos rodea para que se convierta para otros en una indicación del camino. Hay suficientes ocasiones para hacerlo. Aquel cuyo corazón se haya despertado verá a su alrededor a muchos que esperan una luz. No dejemos que se nos llame en vano.
La bendición de la Navidad
Joseph Ratzinger
Benedicto XVI

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