lunes, 24 de noviembre de 2008

Hermandad del Santo Pesebre

RESEÑA HISTORICA DE LA HERMANDAD DEL SANTO PESEBRE


El movimiento pesebrista se fundó en nuestro país, el 9 de octubre de 1955, con la constitución en Buenos Aires, de la Hermanad del Santo Pesebre. Desde sus primeros años cuenta con la aprobación eclesiástica y está adherida a las Asociaciones de fieles laicos del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires y a la Universalis Foederatio Praesepistica (Federación Internacional Pesebrística) con sede en Roma.

La Hermandad nació con el objetivo principal de dedicarse “ a la difusión y elevación piadosa y estética del tradicional Pesebre navideño y a todas las expresiones sociales y artísticas relacionadas con el mismo”, en una doble temática: estética y religiosa.

Por una parte trata de destacar y encauzar el aspecto artístico de la devoción, mediante la búsqueda de una belleza ideal que es ofrenda a Dios, en el ámbito íntimo del hogar, cualquiera sea la humildad de los medios empleados.

En el aspecto religioso, y considerando que el Pesebre, Belén o Nacimiento, es el único misterio de nuestra fe al que se da representación plástica en los hogares, la Hermandad ha destacado su trascendencia espiritual, ya que constituye una lección viva de dogma, de historia, de liturgia y de arte.

La Hermandad del Santo Pesebre tiene como objetivo:
-El tratamiento de nuevas técnicas y materiales, mediante cursos de pesebrismo en su Escuela- Taller que se dicta en la Manzana de las luces.- El apoyo a nuevos grupos de pesebristas en el país y el extranjero.
- El estudio y la investigación.
- El contacto con entidades de objetivos similares.
- Desde 1972 realiza la Exposición anual de Pesebres, y participa como invitada en otras.
- Publica RETABLO, órgano oficial de la entidad.
-Acrecienta el patrimonio pesebrístico y bibliográfico a través de encuentros y publicaciones.


Para contactarse: e-mail: santopesebre@hotmail.com
Aldo Tobares

Pesebres

A medida que pasan los años, la gente se olvida que es lo que realmente se festeja los 25 de diciembre, algunos destacan un “espíritu navideño”, otros ven una buena oportunidad para hacer lindos regalos, muchos aprovechan para reunirse con familiares que no ven hace tiempo y un sinfín de actividades que surgen en esta importante fecha, pero el origen real es la conmemoración y festejo del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

En un principio el pesebre sólo constaba del Niño, hacia el siglo IV se incluyó el burro y el buey y posteriormente a San José y a la Virgen María.

El primer pesebre viviente fue creado por San Francisco de Asís en 1223, lo llevó a cabo conmovido por el fervor que viera en Jerusalén para los festejos del 25 de diciembre.

Sin duda, es arraigada tradición todos los 8 de diciembre comenzar a armar el pesebre para representar la Natividad. En los hogares e iglesias se ven pesebres grandes, chicos, coloridos, hechos con elementos naturales, con figuras artesanales, industriales, de plástico, madera, arcilla, etc.

En el Norte Argentino generalmente se hace el paisaje inspirado en la montaña y como suelo se utiliza lona de arpillera, pasto seco o barba e’ queñoa (llamada también barba e’ chivo), en algunos lugares se enharina la maqueta representando nieve (hecho que en nada se parece a la realidad argentina puesto que en nuestro Noroeste, en diciembre, la temperatura supera los 35 º C.), luego se agregan figuras de pastores, animales de corral, árboles, la Virgen, San José, el buey, el burro, ovejas y recién en vísperas de Nochebuena se incluye al Niño.

El día anterior a la Epifanía se incorporan los Reyes Magos (5 de enero a la noche).

En Humahuaca suelen realizarse hermosos nacimientos. El pesebre está adornado con vaquitas, corderitos, gallinas y trigales diminutos, colocándose al Niño Dios en un sitio prominente.

En su homenaje suelen bailarse las "adoraciones", al son de la quena, el charango, el requeque y el bombo. Los niños, cantando villancicos, danzan el huachitorito, el borrachito, la escalera, el tucu-tucu y la adoración de las cintas; en esta última los chicos tomados de las cintas que cuelgan de un palo vertical, van trenzando figuras multicolores al tiempo que adoran.

Con la llegada de la Navidad y los pesebres se suman otras tradiciones, como el dejar los zapatos al pie de la cama o en la ventana para esperar los ansiados regalos.

En la ciudad es más común pedir regalos al Niño Dios con una carta que se dejará al pie del pesebre o del árbol navideño, en cambio en el campo las esperanzas están centradas en los Reyes Magos, muchas veces poniendo un balde con agua y un poco de pasto para que los camellos aprovechen la estada y se alimenten.
Norma Iris M. de Montenegro

El emblema franciscano



Dejando aparte la gran variedad de símbolos que a lo largo de los ocho siglos de historia de la Orden Franciscana han formado y forman parte de su vida: la tau, el cordón, las llagas..., vamos a detenernos en "los brazos cruzados de Cristo y Francisco".
Los primeros escudos con los brazos cruzados que han llegado hasta nosotros son del siglo XV. Durante la cuarta parte de este siglo y bien entrado el XVI, el brazo de Cristo, desnudo o con manga, se halla a la izquierda del que mira, mientras que el de Francisco, siempre con hábito, está a la derecha, y ambos dentro de un campo limitado por un cordón. El primer escudo que ha llegado hasta nosotros, restos de taracea de un banco del siglo XV de la iglesia de San Francisco de Celano. Aparecen los brazos de Cristo y de Francisco cruzados y, mientras el de Cristo nos muestra la llaga de la mano, la mano de Francisco sostiene una cruz.


En el siglo XVI se cambia la posición, el brazo de Cristo pasa a ocupar la parte derecha del campo, mientras que el de Francisco pasa a la izquierda. Posteriormente se incluirá la cruz entre los dos brazos. El símbolo de los brazos cruzados y la cruz aparece en todos los escudos de los Ministros generales de los Franciscanos Conventuales a partir del Ministro general José María Baldrati de Ravena (1725-1731). Este mismo símbolo lo asume en su escudo Clemente XIV (1769-1774) durante su pontificado.


La difusión del escudo franciscano de los brazos cruzados de Cristo y de Francisco se lleva a cabo durante el generalato de Francisco Sansón (1475-1499), quien a través de las muchas obras de arte que encarga y dona a las iglesias de Asís, Padua, Florencia, Brescia..., hace que se convierta en el escudo propio de la Orden Franciscana.
El significado del escudo es la conformidad de Francisco con Cristo: el crucificado del Alverna con el Crucificado del Gólgota. En algunos escudos se llega a una conformidad tal, como se ve en un escudo del Sacro Convento de Asís (1478) en que aparece una cruz grafiada y las manos clavadas en ella. Mucho más realista es el escudo que aparece en la edición del libro De conformitate (Sobre la conformidad de la vida de San Francisco con la vida de Jesucristo) de Bartolomé de Pisa, en 1513, en el que ya aparece el brazo de Cristo a la derecha y el de Francisco a la izquierda y clavados en una cruz.

Valentín Redondo

Salmo navideño de San Francisco



Francisco y sus hermanos lo recitaban varias veces al día durante todo el tiempo de Navidad

Gritad de gozo a Dios, nuestra ayuda; * aclamad al Señor Dios vivo y verdadero con gritos de júbilo.

Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra.

Porque el santísimo Padre del cielo, Rey nuestro antes de los siglos, envió a su amado Hijo de lo alto, * y nació de la bienaventurada Virgen santa María.

Él me invocó: Tú eres mi Padre; * y yo lo constituiré mi primogénito, excelso sobre los reyes de la tierra.

En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico.

Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él.

Porque un santísimo niño amado se nos ha dado, y nació por nosotros de camino y fue puesto en un pesebre, * porque no tenía lugar en la posada.

Gloria al Señor Dios en las alturas, * y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad.

Alégrense los cielos y exulte la tierra, conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos.

Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra.

Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses.

Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre.

Ofreced vuestros cuerpos y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Bautismo


Soy un muchachito perfectamente formado ya, y mis ojos, que no han visto ni verán el mundo, ya pueden llorar.
Y lloro, durante un largo rato, a la par de mi ángel, por todo lo que pierdo a causa del egoísmo de los hombres que no tienen confianza en Dios.

¡Ay, qué dolor horrendo! Me han triturado la cabeza con unos fierros, unas tenazas diabólicas y mi cuerpo es arrastrado y sale al mundo palpitante y sangriento.
Todavía estoy vivo, tendido en una mesa blanca. Mi cuerpo no es más que una masa de sangre que agoniza.

Me examinan, conversan en voz baja y a ninguno de esos malvados que hablan de mí se les ocurre bautizarme. Todavía podrían ganarme el cielo y ganarse un abogado en el cielo. Hay allí al alcance de la mano de cualquiera de los que me miran, un vaso de agua con el que podrían darme la visión de Dios.
Pero no se les ocurre. Piensan que es un fastidio que ese amasijo de carnes laceradas por sus tenazas diabólicas continúe vivo y haya que matarlo otra vez.
¡Malvados! Dentro de medio minuto habré muerto. ¡Yo no veré a Dios!

En ese momento se produce el milagro más grande que yo podría imaginar.
Absalón, mi ángel, con el permiso de Dios que acoge mi ardiente deseo de ser bautizado, se ha revestido de aparente carne mortal. Ha penetrado en la sala de operaciones, como si fuera uno de los practicantes, ha tomado ese vaso de agua que yo había visto y lo ha entregado a otro de los practicantes vestidos de blanco, diciéndole:-Usted que sabe la fórmula, bautícelo.
Un ángel no puede bautizar. Tiene que hacerlo un ser humano.

El otro, sorprendido pero halagado de escuchar lo que le acaban de decir, se me acerca con el agua de vida y me bautiza mojándome la dolorida cabecita: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Esa agua prodigiosa me llega en el último instante de mi vida mortal, que es el primero de mi vida sobrenatural. No seré sacerdote, pero soy ya un angelito que penetra en la visión de Dios.

¡Gracias, mi Señor y mi Dios! Mi alma voló al cielo y mi pequeño cuerpo, todo ensangrentado fue al crematorio. Hasta el día de la resurrección de los muertos.

Autobiografía del hijito que no nació
Hugo Wast

Tu mano izquierda


Estoy pensando, Cristo mío Roto, que en la tarde del Primer Viernes Santo, cuando los hombres te clavaron en la Cruz y se alzó en la historia el primer Crucifijo Vivo, junto a Ti, a ambos lados, izquierda y derecha, se alzaron otros dos crucifijos vivos, de carne, también, los dos ladrones.

Eran ladrones, pero Tú los querías y los habías perseguido toda su vida con tu mano derecha. Inútil. Se te escapaban siempre.
Entonces decidiste emplear tu izquierda, que disfrazaste en forma de cruz.

Y éste es el disfraz primitivo y verdadero de tu mano izquierda: la Cruz.
El accidente de trabajo, el choque de automóvil, el fracaso, el cáncer…-¡tu mano izquierda!-¿no siguen siendo cruces en las que nos crucifica el dolor?

A los dos ladrones les hiciste el regalo supremo de tu Cruz: de tu mano izquierda. Y colocaste sus cruces a tu lado, haciendo juego con tu cruz, para que con sólo volver la cabeza aprendieran de Ti a besar la mano izquierda del Padre.

Uno- dicen que el de la derecha-, después de haber rechazado tantas veces en vida tu mano derecha, aceptó la cruz de tu izquierda y por la izquierda saltó al Reino de los Cielos: “Hoy estarás Conmigo en el Paraíso”.
Pero el otro- dicen que el de la izquierda-, acostumbrado a rechazar siempre tu mano, no supo distinguir la última oportunidad y entrenado rabiosamente en rebeldía, rechazó también tu izquierda: “Si tú eres Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”.

Hizo fracasar tus dos manos, la izquierda y la derecha. Se retorcía desesperado y blasfemante en la más espantosa de las agonías, tan cerca de tus manos, abiertas hasta descoyuntarse para salvarlo y que empezaban ya a enfriarse en la Cruz por la muerte y el fracaso.

Lo quisiste abrazar con tu izquierda y tu derecha.
Pero te quedaste para siempre con el abrazo frustrado entre tus manos burladas.

Y eso que lo colocaste al lado de tu Corazón: a tu izquierda.
La izquierda está más cerca de tu Corazón que la mano derecha.
Naturalmente: porque sólo usas la izquierda con aquellos que misteriosa y privilegiadamente ama tu Corazón.

Pero, claro, como todo es cuestión de amor, también, recíprocamente, para aceptar la cruz implacable de tu izquierda hay que tener corazón.
Porque también los hombres tenemos en nuestra mano el hacer fracasar la mano izquierda de Dios.


Mi Cristo Roto
Ramón Cue