jueves, 23 de octubre de 2008

Fidelidad a la misión


La fidelidad de Juan Diego no acabó en la transmisión del mensaje. Quiso permanecer junto a su amada Madrecita todos los días de sus 17 años de vida que siguieron a las apariciones.


Cuando se hizo el traslado de la imagen de María a la pequeña ermita, Juan Diego pidió al señor Zumárraga que le concediese el honor de vivir para siempre en aquel lugar, viendo que nada faltase para honra de la que había querido retratarse en su pobre tilma, hecha de magüey.


La noticia corrió como un reguero de pólvora, y de todas partes llegaban multitudes para escuchar el relato de labios del mismo que había conversado con la Virgen.


Desde entonces, Juan Diego se abocó a acompañar y velar por la imagen de la Señora, y a compartir con todos los peregrinos su maravillosa experiencia.

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