lunes, 13 de octubre de 2008

Extraordinario


Un día en el que Clara y Francisco iban caminando de Spello a Asís, sintieron una gran tristeza.
En un punto del camino entraron en una casa a pedir algo para comer y les dieron un pequeño pan y un poco de agua. Mientras estaban allí, se dieron cuenta de que la gente los miraba con malicia, que empezaban a cuchichear y a hacerles bromas e insinuaciones. Por lo tanto, retomaron el camino en silencio.
Era invierno y la nieve cubría todo el paisaje. En seguida empezó a oscurecer. Entonces Francisco dijo: "¿Te diste cuenta de lo que la gente decía de nosotros?".

Clara no respondió. Su corazón se contrajo, y estuvo a punto de llorar.
Finamente, Francisco le dijo: "Es hora de que nos separemos". Entonces, Clara se arrodilló en medio del camino. Después de un instante se puso de pie y, con la cabeza inclinada hacia abajo, partió, dejando atrás a Francisco.

El camino pasaba a través de un bosque. En ese lugar ella no pudo soportar el haberlo abandonado de esa manera, sin esperanza ni consuelo, sin una palabra de despedida. Entonces lo esperó.

"¿Cuándo nos volveremos a ver?", le preguntó Clara. Y Francisco le respondió: "En verano, cuando florezcan las rosas."

Entonces sucedió algo extraordinario.
Todas las plantas y arbustos que los rodeaban se cubrieron de una infinidad de rosas.
Recuperándose de la sorpresa, Clara cortó un ramo y lo depositó en las manos de Francisco.
Desde ese día Clara y Francisco no se separaron nunca más.

Antigua leyenda franciscana

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