Francisco y sus hermanos lo recitaban varias veces al día durante todo el tiempo de Navidad
Gritad de gozo a Dios, nuestra ayuda; * aclamad al Señor Dios vivo y verdadero con gritos de júbilo.
Porque el Señor es excelso, * terrible, Rey grande sobre toda la tierra.
Porque el santísimo Padre del cielo, Rey nuestro antes de los siglos, envió a su amado Hijo de lo alto, * y nació de la bienaventurada Virgen santa María.
Él me invocó: Tú eres mi Padre; * y yo lo constituiré mi primogénito, excelso sobre los reyes de la tierra.
En aquel día envió el Señor su misericordia, * y de noche su cántico.
Éste es el día que hizo el Señor, * exultemos y alegrémonos en él.
Porque un santísimo niño amado se nos ha dado, y nació por nosotros de camino y fue puesto en un pesebre, * porque no tenía lugar en la posada.
Gloria al Señor Dios en las alturas, * y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad.
Alégrense los cielos y exulte la tierra, conmuévase el mar y cuanto lo llena; * se alegrarán los campos y todo lo que hay en ellos.
Cantadle un cántico nuevo, * cantad al Señor, toda la tierra.
Porque grande es el Señor y muy digno de alabanza, * más temible que todos los dioses.
Familias de los pueblos, ofreced al Señor, ofreced al Señor gloria y honor, * ofreced al Señor gloria para su nombre.
Ofreced vuestros cuerpos y llevad a cuestas su santa cruz, * y seguid hasta el fin sus santísimos preceptos.
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